Por las margenes del río,
de Reynosa hasta Laredo,
se acabaron los bandidos,
se acabaron los pateros,
y ya se están acabando.
Cayeron Dimas del León,
generoso Garzacano,
y los hermanos del fierro,
y uno que otro
americano, a todos los más valientes,
a traición los han matado.
Lucio cayó en Monterrey,
Silvana en el río grande,
lo mataron a Manzalva,
los rinches
que son cobardes, en los pueblitos del norte,
siempre ha corrido la sangre.
Liquidaron a ese fiel,
en los años del cuarenta,
José López en Linares,
y aumentando la cuenta, de Arturo Garza Treviño,
allá en el once sesenta.
Los pistoleros de fama,
una ofensa no lo olvida,
si se mueren en la raya,
no les importa la
vida,
los pantiones son testigos,
es cierto no son mentiras.
Y así se están acabando,
todos los más decididos,
y a todos se les recuerda,
cantándole
sus corridos, murieron porque eran hombres,
no porque fueran bandidos.